lunes, abril 28, 2008

potpourri (en esa vereda hacia algún lugar)

Hundida... profundamente... enterrada de cara al piso..., dejó atrás las luces, el silencio, algún atisbo de calor... no sabe cuándo ni cómo fue... no puede verse completamente, no dirige sus movimientos... dejó de soñar... hace demasiado frío... el cielo está rojo de atardecer y ahora que está conciente, piensa, que aún habiendo desaparecido está ahí, y que, ahora como antes, nadie la ve... caminan sobre ella, sin bajar los ojos... hunden los tacones en sus costillas, escupen en su sien...

...


El viaje resulta agotador a cualquier hora... hay pocas distracciones en este ir y venir tan constante e intranquilo... muchas caras iguales... sin embargo a veces, algún recuerdo trasnochado y las cosas pierden su intención original...
...te vi desde una distancia prudente, pasaste por mi lado, y ahora que no tengo aroma ni siquiera te volteaste a saludar... no se porqué, te seguí... te seguí por caminos absurdos, doblamos tres veces a la izquierda en tres esquinas, y luego nos devolvimos por el mismo camino sin vacilar... bajaste por el lado norte dos cuadras exactas, y subiste por el lado sur... creo que nunca nos movimos del punto original... no entendía que estábamos haciendo pero no puedo dejarte ir... noté que refregabas tus manos seguido y que mirabas a todos lados y a ninguno, las casas antiguas atraían por momentos tu atención... en el origen, sin embargo, observaste varios minutos, por un momento creí que ibas a tocar.... luego desapareciste... iba a correr trás de ti pero antes me detuve en la casa que te detuvo... al principio no vi nada, no había ninguna luz, luego observé una casa hermosa, grande, enredaderas, ventanales...figuras de fierro en la reja, una tonelada de hojas secas, una manguera enredada en el piso de azulejo azul... o bueno, quizás no era azul pero hubiera sido lindo...
quizás tampoco eras tú quien iba delante de mi, lo que hubiera sido alucinante... y bastante imposible...
quizás no seguía a nadie, quizás nunca me moví...
Después de varias vueltas, las tres puertas se abrieron al unísono, la masa humana salió dando tumbos, como todos los días, el frío exponía sus exhalaciones y congelaba sus gargantas, el burdeo fundido con el anochecer...
...tropezaste, como casi todos los días... a los diez pasos olvidaste por completo mi existencia... no desaparecí, entré, no me seguiste, sólo me viste un rato dudar en el umbral... y luego entrar... los azulejos son azules, y bajo ellos estoy yo esperando que algún día hagas un camino diferente,
que súbitamente bajes antes de tu parada,
que camines de frente con la cara al frente,
que me recuerdes,
que me mires...
y que me dejes ir...

...


Los movimientos fluyen desde su ombligo hacia todo el cuerpo, es alucinante, apasionante, todo se conjuga en un ritmo perfecto, al compás de cualquier son, transportarse hacia un espacio infinito, eufória… sentir cada fibra de la propia piel, sentir el roce de la ropas, la caricia del pelo en las mejillas, en la frente... el sudor... el movimiento infinito... remolino embriagador... está lleno de gente y el vaivén los arrastra a todos entre el humo blanco y la música, quizás, demasiado fuerte, parece que nunca va a tener fin...
entonces se acaba... y la realidad aparece como un espectro de caras blancas y ojerosas... sale a la calle y la alucinación perdida se hace extrañar… caminar lentamente a casa, entonces, parece tan simple y mecánico, reiniciar después del paréntesis…

...por eso me gustan los balcones hacia el infinito, por eso me gustan las luces titilando y la oscuridad rojiza…


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